Ps Juan Manuel Cuba
A veces cuando miro a mis hijos y veo el potencial que Dios tiene para ellos, pienso en el futuro como algo glorioso, ¡MI descendencia es de Dios y no hay duda!, cada día me aferro y lo declaro, sé que mi descendencia es poderosa en la tierra, Salmo 112:2 pienso en ello, y doy gracias a Dios, por grandes hombres de Dios con los que él me cruzó en el camino, y aún me sigue cruzando, veo que cada día la unción se incrementa mas en mi, y le doy gracias a todos aquellos que me influenciaron a pasar tiempo con Dios, y veo lo incalculable que es el poder ser generoso con los demás, no solo para aparentar, sino que simplemente ser generoso como consecuencia que uno tiene al bendito en su corazón. He pasado tantos tropiezos, he torcido mi rumbo algunas veces y sé que en mis momentos difíciles siempre Dios me ha ordenado y encaminado, Dios ha hecho tanto por mí que realmente le doy gracias, y aún sigue restaurando las áreas de mi vida que necesitan, estoy aprendiendo a vivir y fluir bajo su poder; y veo también lo poderoso que es una descendencia para Dios, gracias a un libro que llegó a mis manos por mi amigo Ivan Martinez, y realmente está marcando mi corazón, y veo el valor incalculable de un buen libro, ya que atreves de el podemos absorber lo que el Espíritu Santo le enseño a otras personas, y así podemos enriquecernos con lo que Dios le dio a otras personas, hay un poder incalculable en la experiencia de otros hombre de Dios, ellos nos pueden ayudar a nosotros los más jóvenes con sus experiencias; si es que tenemos un oído dócil y enseñable Dios lo hará, cuando veo el valor incalculable de una descendencia, sé que no se pierde tiempo al salir con nuestros hijos y pasar un tiempo con ellos, He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre. Salmos 127:3 hay un deber de cada uno de nosotros de dejar una herencia para Dios, Dios nos da nuestros hijos y nosotros los preparamos para Dios, es bueno mirar atrás y ver que nuestros padres tomaron la decisión de seguir a Cristo, miro atrás y veo a mi padre tomando la decisión de seguir al Señor sin ni siquiera imaginar de pronto lo que sucedería en el futuro, pero esa decisión de él, impactó en mi vida y es así como Dios me escogió para sí; Camina en su integridad el justo; Sus hijos son dichosos después de él. Proverbios 20:7 nunca te arrepentirás de haber caminado con Dios, nunca te arrepentirás de haberte negado al mundo, para vivir para Dios, yo estoy seguro que cada hombre que caminó con Dios te puede decir, “EN VERDAD NO ME ARREPIENTO DE HABERLO SEGUIDO” ¿cómo poder arrepentirnos de haber seguido al padre mas amoroso?, que aún cuando nos corrige lo hace para nuestro bien. Las palabra del Apóstol Pablo saltan en mi corazón cuando él dijo que no le importaba nada solo el conocerlo mas y mas, aún me falta aprender mucho de Dios, pero en el poco tiempo que tengo conocerle se que él nunca me dejará ni me abandonará, durante mucho tiempo aprendí que él era un Padre malo, que estaba listo para castigarme por cualquier cosa que hiciera, y me asusté tanto de él, que me corrí de Dios, pero luego aprendí que Dios me amaba y que estaba dispuesto a enseñarme sus caminos, que El ponía gente a mi alrededor para que yo absorbiera lo que de él se necesitaba, he aprendido que la soberbia es terriblemente destructiva y que el que anda en orgullo ni se da cuenta de su orgullo, pero sé que la humildad agrada a Dios, cuidémonos del orgullo, como algo terrible, del egoísmo, de la falta de autoanálisis a nosotros mismos. Y es que el hombre es propenso a mirar los errores de los demás pero no es suficientemente valiente para autoanalizarse, y eso es lo que quiere Dios que nos analicemos a nosotros mismos, que no nos creamos los perfectos tratando de corregir a los demás cuando tenemos tremendos troncos en nuestros ojos, que amemos desinteresadamente, y sin terceras intenciones, que corrijamos cuando es debido y no solo nos quedemos callados otorgando, que perdonemos siempre porque nosotros también hemos tenido errores, que amemos sin importar cual sea el costo, que estemos dispuestos a ser enseñables y así dar un ejemplo de humildad, nunca olvides ¡las Palabras enseñan pero los hechos entrenan! Nuestros hijos aprenderán más de lo que hacemos que de lo que enseñamos BENDICIONES.